14 de diciembre de 2005

"Nada mejor para enmascarar la ausencia de pensamiento que la profusión de palabras"


Los economistas suelen contar un chiste en el que un economista y un estudiante van caminando por la calle y, de pronto, el estudiante ve un billete de cien dólares en la acera. El estudiante se agacha a recogerlo y entonces el economista le explica que es imposible que el billete esté ahí porque, si estuviera, ya lo habría cogido otra persona ("La construcción del Estado" Francis Fukuyama, p. 56).

Los economistas somos especialistas en contar chistes con poca gracia (o ninguna). Este libro (que leo por necesidad y por obligación: si no lo leo no apruebo, así que necesito leerlo, por mucho que prefiriese estar tumbada en la cama leyendo los dos libros que acabo de comenzar: "la conjura de los necios" y "territorio comanche") tiene una cosa interesante, que es que el Sr Fukuyama sostiene que el empleo público es ineficiente, y no hay un buen sistema de control.
Opino lo mismo, tanto que si de mí dependiera aquello de "empleo para siempre" lo borraba.
Trataría de establecer algún tipo de control, como por ejemplo exámenes periódicos unidos a evaluaciones de superiores y compañeros de trabajo. Que no sonase tanto a "tocarse el pepo" el resto de tu vida.
Es decir, con una política "de despido" similar a la de las empresas privadas. A diferencia de lo que ocurre en muchas de éstas, en mi "empleo público ideal" no había discriminación de ningún tipo, ni preguntas personales en las entrevistas, ni jornadas de 14 horas "cual auditor explotado" (podría suprimirse el adjetivo).


De este libro también me llama la atención la facilidad que tiene el autor para justificar la "ocupación" de Irak por parte de EEUU.... más o menos, recordando.... es imprescindible para contruir un estado cuya capacidad institucional le permita el desarrollo económico.

¿Dónde está el problema de este libro? Por mi parte no hay ninguno, soy capaz de decidir qué me creo y qué no. Sin embargo podría decirse que los libros "de lectura obligatoria" forman parte de la bibliografía indispensable para aprobar la asignatura (esta y tantas otras.... por este tipo de experiencias todos hemos pasado) y, como tal, se estudia como un dogma, muchas veces sin pararnos a pensar qué estamos leyendo, qué es lo que interiorizamos, si tiene sentido para nosotros o si hay otra manera de ver las cosas. Estamos siendo dirigidos hacia un pensamiento único. No llega hasta el extremo de ser manipulación. Es el mismo caso que el consumismo desenfrenado y la sinrazón de "pasión de gavilanes" y otras memeces similares. La inercia nos lleva a consumir más, a consumir lo que se espera de nosotros, y a pensar lo que se puede pensar. Y todo lo que sea distinto a eso no existe porque no se acepta.

Y el día que tu cerebro esté a punto de estallar le das al botón de Reset y punto. Total, ¿qué diferencia hay entre este cerebro y el de una máquina?.

Pensar es como nadar en un mar inmenso, o mejor aún, en un mar utópico sin fondo ni horizonte, donde el camino lo eliges tú, así como la velocidad, la compañía, el punto de partida, la distancia y el tiempo. Si piensas todo es posible, es personal e intransferible. Te hace crecer y desentumece los músculos. Hace trabajar a las neuronas.... y evita que la tele nos abduzca.

Además es gratis, no daña el medio ambiente, y - hablando en términos económicos - no es un gasto sino una inversión a futuro. Es una inversión en vida.

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