No quiero y quiero

Quería poner una poesía reciente, pero últimamente me salen todas erótico-festivas. Ésta es de mayo. Es una poesía, no una rima (¿rima? what's that?).

NO QUIERO Y QUIERO
(10 mayo de 2005)

Yo no quiero exilios
ni latidos, ni vida.
No quiero las auroras,
alborada nocturna:
no quiero madrugadas.

No quiero en el vientre
la mano del amante
o el fruto de la dicha:
yo no quiero otro nombre.

No quiero que mis quejas
caigan en saco roto.
No quiero aniversarios:
son tristes los recuerdos.

No quiero el pasado:
yo no vuelvo a mis pasos
ni recorro caminos
por los que ya he pasado

Yo no quiero un mañana
que me tape la boca;
yo no quiero un milagro
ni otro mundo inventado

No quiero que Lennon regrese
del abismo de la muerte en sus ojos.
Yo no quiero que muera el amor.
¡Eso no! No lo quiero.

Y sin embargo quiero
desnudarme en las olas
entre trozos de mar,
y luchar en la mente contra el hilo mortal;
y quiero mil cuadras de hermanos de mi fe,
un ejército rojo de verso perverso y de palabra franca.
Lo quiero.

Y morir en París
se lo dejo a los otros.
No quiero la fortuna
de las letras impresas.

Y sin embargo quiero
fundirme en un abrazo,
sentir por una vez
que el mundo se ha parado.


No quiero estar a salvo
de volver a ser niña.

Yo no quiero ser libre
de llaves que abren puertas.
Yo quiero estar atada
al cable de la vida.

No quiero, sin embargo,
sufrir al más doliente,
llorar en cada paso
ni ver las mismas piedras
atravesando el viento.

No quiero sangre en vida
ni muertes que no cuentan
ni el látigo impasible
del borracho enemigo.

Y quiero pasear por campos invisibles,
por tiempos que habitaron el pasado:
en las tierras de letras
pastaron otros sueños.
Quiero besar a Aleixandre
y dar celos a José Hierro
(a este último también le quiero).

Y sin embargo no quiero
dejar morir los versos
ahogar a las palabras
o darte a ti la espalda.

No quiero alas de cera
ni plumas ni coronas;
ni sé ni quiero volar, o huir
derrotando las ventanas.

Quiero un sesenta y nueve
con la cara de la luna
y derretir el hielo:
morir con su mirada.

No quiero sufrir golpes
lanzándome al vacío.

No quiero hacer un trío
con la calamidad;
no quiero ser el huésped
del señor Abandono;
ni cambio ya más cromos
con la imbecilidad.

No quiero que el petróleo
suba hasta el infinito.
Me basta con que al rico
le llegue la certeza
de la ceniza igual.

Yo quiero ser masoca
y escribir otros sueños;
y vivir, reír, soñar, llorar...
prefiero lo primero.

Yo quiero ser anciana
de rostro iluminado;
ni vírgenes ni santos
acuden a mi altar.

No quiero ser el monstruo
que otros han ideado
ni descubrir la cuerda
que tira la otra Mano.

Y quiero ser la vida
que escapa en la mañana,
y quiero ser el ángel
que vuelve hasta su casa.
Y flores amarillas
abandonan mis sueños
y pasan por el barrio
para poder volar lejos.

No quiero ser el mito
que cae a la primera.
Ni viento ni ciento.
No quiero.