23 de febrero de 2006

Declaración de principios. Primera parte

Según Proust es el dolor de la ausencia el que nos revela la profundidad de nuestros afectos.
La srta Pepis hoy se ha puesto a recordar cosas, incoherencias, nostalgias, pasado. Cosas. Y quiere contarlas. Un montón de cosas.
Como que la madre de Natalia era (¿es?) cocinera en una residencia de ancianos en Soria. Hoy lo ha recordado mientras le servían un sandwich mixto en la universidad.
A la Srta Pepis le gustaría decir que nunca aprendió a bailar sevillanas, que nunca estudió alemán, que nunca tuvo que nadar tantos años, jugar al balonmano, baloncesto, ir a campamentos todos los veranos.
A la srta Pepis le encantaría decir cosas raras, como que El Quijote es el libro más leído o "más mejor" de la literatura universal. Y no lo puede decir porque no se lo ha leído (ni ganas que tiene). De hecho, ahora mismo, tiene pocas ganas de leer cosas. A decir verdad hay una pila de libros por leer en su habitación. Libros que no se sabe si leerá en un futuro cercano. También tiene un par de libros de la biblioteca que no sabe por qué tomó prestados, porque toca devolverlos y leyó sólo unas pocas páginas de un libro de Imre Kertez. Sabe que disfrutaba con la lectura y que, en algunos momentos, se decía a sí misma que ese tipo pensaba igual que ella. Ahora tiene un libro nuevo, "Cartas para Theo", y le gustaría leerlo porque le encanta recibir cartas (y también escribirlas). No sabe si lo hará.
Sigue sin saber qué hará (ni cuándo lo hará) con su caja desordenada de recuerdos. Y las pilas gastadas se le acumulan en el recibidor.
Le gustaría enamorarse de personas "humanas" como ha oído hoy en clase. Fuera bromas, le gustaría no enamorarse "de quien no toca". De hecho, ahora mismo no tiene ningunas ganas de volver a enamorarse. Sabe que luego pasa lo que pasa y que, por fortuna o desgracia, hay cosas que son inevitables e incontrolables. Pero en teoría no quiere enamorarse. Porque tiene miedo de comerse los marrones sola, como ha hecho tantas veces. Comer marrones a pachas es mucho más interesante y enriquecedor. Sabe que cuando se enamora escribe unas poesías que te cagas, pero sabe bien cuál es el precio que habrá de pagar tarde o temprano.
La srta Pepis no sabe cocinar, y le gustaría aprender, pero sabe que siempre será una inútil en las tareas del hogar. Sabe que en algún lugar está su sitio, pero no sabe si lo ha encontrado, si "la vida era esto". No sabe conformarse así que le cuesta disfrutar. Bien mirado, es consciente de que su definición de felicidad es harta difícil de conseguir en la práctica. Intuye que estas gilipolleces formales no son sólo formalidades.
Piensa en cuáles deben ser las cosas que son "pan comido", porque nunca las encuentra.
Teme dudar, y duda más que nada. Le reconforta leer que dudar es un signo vital, pero le encantaría no tener que hacerlo y ser una certeza con patas.
A la srta Pepis le cuesta (mucho) hablar de sí misma. Pero es especialista en la palabrería. El paso de la palabrería a la "inpalabrería" es una de sus asignaturas pendientes. Le ha corrido convocatoria tantas veces que es la abuela de la clase. Opina que hay algunas personas con las que es más fácil hablar, y la conversación fluye. Y con otras no.
Le encantaría hablar idiomas. Apenas chapurrea el suyo y se pasa el día cabreada con los que la gobiernan y se pregunta más cosas raras del tipo de "si el estado español tiene varias lenguas oficiales, ¿por qué no las di en el colegio?". En el fondo, como Aznar, siempre ha dicho que el catalán es para la intimidad, y le fastidia no poder hablarlo. La mayoría de las veces ni siquiera lo entiende.
En cuanto a la música le encanta la música en italiano. Eros Ramazzotti sobre todo (y todos). Pero no es el único. Y se derrite si piensa en algunas canciones italianas de antes y de ahora. Sabe que lo suyo es de un frikismo alucinante. Pero no le importa porque le compensa. Porque, de una manera extraña, fue ese "reducto" donde encontró respuesta a muchas preguntas. Y le ha permitido volar algunas veces. Sabe que es una puerta de salida, la puerta de las huidas.
Sabe que casi nadie lo entiende, y que pocos lo comparten. Pero le sacude la certeza de que dista de estar mal de la cabeza.
Uno de sus lemas es "otro concierto es posible". Le da miedo cumplir sueños por si no puede llenar su probeta de sueños. Ya le pasó en el pasado y se quedó un poco vacía de sueños por cumplir. No controla todavía muy bien cómo se riega eso. Le cuesta eso de la regeneración.
No tiene ni repajolera idea de arte. Le mata. Le mata saber que, valga la redundancia, hay un mundo de sabiduría ahí fuera que ni siquiera rozará. Procura aprender, observar, leer. Intenta que no se le olviden las cosas, pero se le olvidan. Al final olvida todo. No quiere parecer grosera o poco interesada, pero no puede evitarlo. Se le olvidan las cosas. A veces piensa que tiene narcolepsia porque se queda dormida en cualquier sitio.
Últimamente, además, está más cansada de lo normal. No sabe muy bien qué espera, pero espera algo. Es seguro. Se está dando cuenta de que el tiempo vuela (más que el metro de Madrid), no sabe si es bueno. A veces los recuerdos más nítidos son los más lejanos en el tiempo.
No quiere leer por segunda vez "La storia", pero ha de hacerlo. Le mata. Con mayúsculas. No sabe si será capaz pero en el fondo sabe que no le queda otra así que es una incongruencia porque sin ser capaz lo será.
Se le olvidan las caras, se le van los recuerdos, no recuerda más allá de su reducto de soledad (¿quién escribió esto?... Google no lo sabe, pero sabe que no es suya la expresión). Al fin y al cabo la gente muere como nace, sola. Le da miedo pensar que no es nada para "alguien". Le gustaría cambiar eso, pero sabe que no depende de ella, que hay un montón de moléculas y glándulas y hormonas que se escapan a la razón.
Le encanta ser un animal político. Cree en el poder de la palabra y en la libertad que proporciona. En el fondo tiene fe en "otro mundo posible". Es un poco ingenua en ese sentido. Sabe que otra economía es posible y, desde ahí, poder girar un poco lo que ocurre y cómo ocurre.
Le encantaría que desaparecieran los maletines negros. Y los calcetines de deporte blancos con rayas roja y negra con zapatos.
Le encantaría visitar Argentina. No sabe por qué, sólo sabe que le palpita dentro. Sabe que será más temprano que tarde.
Es consciente de que muchas cosas que tiene (sobre todo algunas personas que la rodean) valen su peso en oro (o más). Intenta cuidarlas a su manera. Espera hacerlo bien. Le encanta ver sonrisas a su alrededor. Le encanta cuando una sonrisa llena todos los espacios.
Le encanta cuando Ismael Serrano en la canción "Sucede que a veces" dice "reyes que pierden sus coronas, verte entre la multitud", y opina que "Duermes" está siendo su canción del último mes.
Antes de ayer se lo pasó "pipa" en un concierto de Rosana y luego tuvo la oportunidad de hablar un rato con ella. Está emperrada en que Biagio y ella hagan algo juntos. Ambos lo saben pero no la hacen ni p*** caso. Pero no se rinde (¡acabáramos!).
Es bastante por hoy. Otro día di più. Buenas noches.

1 comentario:

marga dijo...

Cada día me parece más interesante esta Señorita Pepis... y si quiere aprender arte... aquí hay otra señorita dispuesta a ayudar.
Besoooos!!