16 de julio de 2006

buscant un somni, fugint del dolor

"El sufrir - por muy singular que ello te parezca - es el objeto por el cual existimos, pues es lo único que nos permite tener conciencia de que vivimos, y el recuerdo de nuestros sufrimientos pasados nos es indispensable, como garantía y demostración de nuestra permanente identidad. Entre mí y el recuerdo de pasadas alegrías existe un abismo no menos profundo que entre mí y posibles alegrías actuales. De haberse compuesto nuestra vida común, cual el mundo se imaginaba, únicamente de placeres, risas y libertinaje, no podría yo ahora evocar ningún recuerdo. El haber estado aquella vida henchida de días y de momentos trágicos, amargos y sombríos en sus comienzos, y terribles y hastiosos en monótono desarrollo y en sus inconvenientes violencias, es lo que me permite ver hoy hasta en sus más nimios detalles los más ínfimos sucesos. Es más: fuera de ello, poco me es dado ver y oír. Es tan intensa la vida en esta mansión del dolor, que mi amistad contigo, en la forma en que me es permitido evocarla, se me aparece siempre cual preludio conforme a los distintos estados de terror, por los cuales he de pasar cada día. Y más aún: esto parece incluso que me es indispensable, como si mi vida - y así yo y otros conmigo la hemos considerado - hubiera sido siempre una verdadera sinfonía del dolor, sinfonía que encaminase, por sus frases rítmicamente ligadas, hacia el certero aniquilamiento, con aquella fatalidad que es en el arte la característica de todos los grandes temas".
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