sopravvissuto
SOPRAVVISSUTE
Había que tener cojones para realizar ese viaje. Y esos dos dedos de frente dejárselos en casa cerrados bajo llave. Decisiones entre risas en un albergue de Barcelona. Emoción contenida de "hoy puede ser un gran día". Lo fue. Y julio estaba al caer.
Abreviando, el 19 de julio habíamos superado ya el ecuador del viaje. Nos faltaba Torino, Bologna, Genova y Milano. Atrás quedaba, ferma e chiara, Roma. Quedaban emociones y lágrimas en una plaza de Lucca, risas en la casa del terror en Roma, alguna borrachera hablando de todo (hasta de P.Salinas), nuestro dinero que volaba (parte de él de espaldas hacia la Fontana di Trevi, cómo no), bueno, da para una larga historia que, evidentemente, está escrita.
No habíamos dormido. Lo intentamos, que conste. Y cuando llegamos a Torino descargamos las mochilas y nos fuimos a Chieri, un pueblucho a media hora en un tren cercanías de mala muerte. Llegamos como a las seis y media de la mañana y no había ni dios por la calle. A los 5 minutos nos dimos cuenta de que en realidad no había nada que ver en ese pueblo, así que nos fuimos a lo nuestro.
No había nadie a quien preguntar así que nos pusimos a andar siguiendo las exiguas "indicazioni stradali" que había por las aceras.
En el camino llamamos a Cris, una que sí madruga, mientras a mí me atacan bichos que había por la carretera (lagartijas gigantes y animalitos por el estilo). Le confieso a la becca que me dan un miedo terrible.
Cuando llegamos al estadio comunale de Chieri no somos las primeras en llegar a la cola (eran aproximadamente las 9 de la mañana), no, hay tres niñas de aproximadamente 15 años que llevan ahí desde las siete de la mañana. Y el sol comienza a arder.
Un chaval de unos 19, con aspecto de chulopiscinas, se entretiene con las niñas y no sabe nada de nuestras entradas. Pasan las horas entre visitas al supermercado, a una fuente cercana, hablar poco, pensar mucho. Pasan las horas y por una sucesión extraña de acontecimientos surrealistas acabamos en primera fila mientras la jauría fan (ejem, no sé por qué me descuento del grupo) aún se apostaba en las rejas.
Sueltan a los bichos y vemos a la manada que ruge enfervorizada y corre hacia nosotras. Pero nosotras ya estábamos preparadas, dispuestas en el centro (nosotras sí que éramos de centro ese día, y no Rajoy como pretende hacer creer), la banderita (y un segurata con aspecto de ... bueno, no sé qué aspecto tenía, sólo me acuerdo que tenía rastas.... nos dice que teníamos que haber llevado la ikurriña).
La jauría fan se prepara a su modo, esto es (y no es coña, lo hemos visto en todos los conciertos que hemos ido en Italia, y son ya 7 si no recuerdo mal) sacan el kit de maquillaje y se pasan la hora de antes del concierto maquillándose.
El concierto se nos hace corto, para variar golpes y empujones de atrás, y un "fascistas" que me hace gracia. Como siempre, la gente habla sin saber de qué. Canta mi canción de la angustia (Il bimbo dentro).
Tras el concierto buscamos la estación. Estamos perdidas y un tipo con cara amable nos responde a nuestra pregunta con un "fidati di me". Una frase que da título a una canción desde luego es de fiar... así que con él nos fuimos, en su Clio minúsculo (me pegué una hostia en la cabeza de lo minúsculo que era) hasta la estación. Colmo de males. Ya no hay trenes hasta las 6 de la mañana.
En la estación no hay donde "dormir" así que nos vamos a buscar algún sitio por el pueblo donde echarnos nuestra siesta. Porque turismo nocturno, ya lo hemos dicho, era en vano. Primero dormimos en unos bancos de un parque, pero era muy incómodo para la cabeza, así que nos fuimos a unos portales. Pero ahí no paraban de pasar coches pitando y era imposible dormir por el ruido (ríanse los vecinos de Barajas, por el estilo). Finalmente volvimos a la estación. Había un bar al lado y fuera del bar una especie de moqueta en el suelo, sucedáneo de césped sintético. Nos echamos ahí, rodeadas de bichitos, nuestros más fieles acompañantes en el viaje.
A las 5.30 am no había tren, sino que había una especie de furgón donde nos metimos, con unos 8 tíos que hablaban en un idioma extraño. La furgoneta iba a toda hostia y a veces se equivocaba de camino. Cuando llegamos, por fin, a Torino, nos bajamos en la primera estación que vimos que, por supuesto, no era la nuestra.
Me dice la becca a veces que para siguientes veces en viajes surrealistas nos merecemos lugares mejores para pasar la noche. No tuve miedo ninguna de las noches (certe notti) que dormimos en la calle o en los bancos de cualquier estación. Además dormir bajo cielo italiano no tiene precio.
Últimamente me cuesta horrores recordar ese viaje. Creo que ya lo cerré con llave junto a los mejores recuerdos. Y no quiero abrirlo por temor de que, si lo hago, desaparezca. Ahí se queda Chieri, ferma e chiara, en los recuerdos.
Certe notti la macchina e' calda
e dove ti porta lo decide lei
Certe notti la strada non conta
quello che conta e' sentire che vai
1 comentario:
Si el clio era pequeño para ti... imagínate cómo iba yo (¡¡¡!!!)
Si hubiéramos sabido lo de los trenes, yo creo que a aquel chico le hubiéramos pedido que nos llevara a Turín y lo hubiera hecho.
Eso sí, hubiéramos llegado comprimidas y con dolor de huesos.
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