Hace poco descubrí esta canción por casualidad. Todas las cosas buenas de la vida las voy encontrando de manera casual, surreal, friki o como quiera definirse algo que no se busca y que, de una manera extraña, acaba llegando a ti. Hablo de situaciones y hablo de personas.
Existen algunas personas que no quiero que desaparezcan de mi vida. Es más, siento que forman parte de ese tejido “social”, personal, que nos vamos haciendo cada uno, forman parte del vestido de mi vida. De mi vestido favorito.
Voy a poner un ejemplo. Conocí a Isa porque vive con Álvaro, que iba a mi clase porque los dos tuvimos problemas con el learning agreement y coincidimos (y a mí me gustó su correo electrónico, su aire de canalla y sus ojos).
En febrero cambié de casa e Isa me ayudó el primer día con las maletas. Nada más entrar en la casa y oír hablar a una de mis compañeras de piso me dijo por lo bajo “luego te tengo que contar algo”.
En esa casa iba a vivir ella en Roma, pero por desavenencias con un par de inquilinas al final no pudo. Si ella hubiera ido a vivir a la que es hoy mi casa nunca la habría conocido.
….
Me la encontré en el autobús, por casualidad, dos veces (en dos sitios distintos de Roma). Yo quería decirle que tenía un día malo, que era uno de esos días en que no abandonarías la cama porque se te cae el mundo encima al abrir el portal y salir a la calle. Que me hacía falta un caffèlatte y hablar de las cosas visibles e invisibles. Pero le propuse el asalto a la Fontana di Trevi (próximamente en este mismo blog) y ya se me fue la cabeza con otras preocupaciones más mundanas…. De llamadas telefónicas que me ponen de los nervios y canciones que traen recuerdos que hacen llorar.
Antes de ayer le dije a Álvaro que fuéramos a la playa. Pero no fuimos, porque él se está desligando de las cosas de Roma, y yo me estoy desligando de él. No sé por qué pasa, pero pasa.
Una noche en un bar me acerqué a él y le dije al oído que era gilipollas (desde ahí nos juntábamos siempre que nos veíamos). Otra noche en Campo di Fiori le dije que “se fuera” y se le pusieron lágrimas en los ojos. Luego le pedí que se quedara en la Fontana di Trevi y las lágrimas fueron mías, porque él dijo no. No quiero estar en Roma para despedirle, no quiero cometer la torpeza de decirle alguna ñoñez. No quiero que me vuelva a mirar mientras dice que “no hay nada que le retenga aquí” (porque no es la primera vez que lo oigo en alguien que me importa). Así que he planeado un viaje a Napoli que durará tres días.
Y aunque tú no lo sepas (o igual lo sabes, porque vas un paso por delante) mi vida es otra cosa, algo que está comenzando a ser ligero. Una vida sin prisas pero sin pesos. Y esto me gusta. Y no es el dolce far niente, me siento renovada, y me faltan días para hacer las mil cosas que quiero hacer. Y quiero cumplir las cosas que me pido a mí misma. No quieres verme en una playa de Roma…. Pero igual nos vemos en ese bar de Vallecas. Cada día más lejos. Cuando me canse de estar sola volveré a inventarte. Intentaré besarte desde el primer instante, y nunca más te diré que no cuando me ofrezcas un concierto.
Y aunque tú no lo sepas, me he inventado tu nombre… me drogué con promesas, y he dormido en los coches…. Aunque tú no lo entiendas nunca escribo el remite en el sobre…. Por no dejar mis huellas…..Aunque tú no lo sepas, me he acostado a tu espalda y mi cama se queja fría cuando te marchas…. He blindado mi puerta, y al llegar la mañana no me di ni cuenta….de que ya nunca estabas… y aunque tú no lo sepas, nos decíamos tanto…. Con las manos tan llenas cada día más flacos… inventamos mareas, tripulábamos barcos, encendía con besos el mar de tus labios y toda tu escalera.
Existen algunas personas que no quiero que desaparezcan de mi vida. Es más, siento que forman parte de ese tejido “social”, personal, que nos vamos haciendo cada uno, forman parte del vestido de mi vida. De mi vestido favorito.
Voy a poner un ejemplo. Conocí a Isa porque vive con Álvaro, que iba a mi clase porque los dos tuvimos problemas con el learning agreement y coincidimos (y a mí me gustó su correo electrónico, su aire de canalla y sus ojos).
En febrero cambié de casa e Isa me ayudó el primer día con las maletas. Nada más entrar en la casa y oír hablar a una de mis compañeras de piso me dijo por lo bajo “luego te tengo que contar algo”.
En esa casa iba a vivir ella en Roma, pero por desavenencias con un par de inquilinas al final no pudo. Si ella hubiera ido a vivir a la que es hoy mi casa nunca la habría conocido.
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Me la encontré en el autobús, por casualidad, dos veces (en dos sitios distintos de Roma). Yo quería decirle que tenía un día malo, que era uno de esos días en que no abandonarías la cama porque se te cae el mundo encima al abrir el portal y salir a la calle. Que me hacía falta un caffèlatte y hablar de las cosas visibles e invisibles. Pero le propuse el asalto a la Fontana di Trevi (próximamente en este mismo blog) y ya se me fue la cabeza con otras preocupaciones más mundanas…. De llamadas telefónicas que me ponen de los nervios y canciones que traen recuerdos que hacen llorar.
Antes de ayer le dije a Álvaro que fuéramos a la playa. Pero no fuimos, porque él se está desligando de las cosas de Roma, y yo me estoy desligando de él. No sé por qué pasa, pero pasa.
Una noche en un bar me acerqué a él y le dije al oído que era gilipollas (desde ahí nos juntábamos siempre que nos veíamos). Otra noche en Campo di Fiori le dije que “se fuera” y se le pusieron lágrimas en los ojos. Luego le pedí que se quedara en la Fontana di Trevi y las lágrimas fueron mías, porque él dijo no. No quiero estar en Roma para despedirle, no quiero cometer la torpeza de decirle alguna ñoñez. No quiero que me vuelva a mirar mientras dice que “no hay nada que le retenga aquí” (porque no es la primera vez que lo oigo en alguien que me importa). Así que he planeado un viaje a Napoli que durará tres días.
Y aunque tú no lo sepas (o igual lo sabes, porque vas un paso por delante) mi vida es otra cosa, algo que está comenzando a ser ligero. Una vida sin prisas pero sin pesos. Y esto me gusta. Y no es el dolce far niente, me siento renovada, y me faltan días para hacer las mil cosas que quiero hacer. Y quiero cumplir las cosas que me pido a mí misma. No quieres verme en una playa de Roma…. Pero igual nos vemos en ese bar de Vallecas. Cada día más lejos. Cuando me canse de estar sola volveré a inventarte. Intentaré besarte desde el primer instante, y nunca más te diré que no cuando me ofrezcas un concierto.
Y aunque tú no lo sepas, me he inventado tu nombre… me drogué con promesas, y he dormido en los coches…. Aunque tú no lo entiendas nunca escribo el remite en el sobre…. Por no dejar mis huellas…..Aunque tú no lo sepas, me he acostado a tu espalda y mi cama se queja fría cuando te marchas…. He blindado mi puerta, y al llegar la mañana no me di ni cuenta….de que ya nunca estabas… y aunque tú no lo sepas, nos decíamos tanto…. Con las manos tan llenas cada día más flacos… inventamos mareas, tripulábamos barcos, encendía con besos el mar de tus labios y toda tu escalera.
Esto lo escribí hace ya un mes o así. Ya se fue, las cosas siguen cambiando (y cambiándonos).
Muchas gracias por preocuparos por mí, pero don't worry. La italiana en tres meses no me ha dicho nunca una palabra más alta que otra. Soy la única de la casa con la que se habla y, sospecho, me tiene algún tipo de respeto o miedo. Va diciendo por ahí a las otras que soy inteligente. Igual tiene miedo de quedarse sola. Pero ya aprendí en la otra casa a no casarme con nadie y a cuidarme, mi salud por delante. Así que cuando me lo contaron lo del sábado me descojonaba. Que se maten si quieren.
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