La vida es un poco rara....
en Nápoles me encontré con un tipo que tenía una bolsa llena de dodotis -usados, a juzgar por el olor- (bueno, también nos topamos con un tipo que perseguía a otro con un destornillador en la mano, pero eso es made in Napoli) y hoy en Fiumicino una mujer llevaba a Madrid una bolsa entera de dodotis (limpios).
Más o menos, para actualizar esto un poco, contaré que el fin de semana pasado, aparte de Nápoles, estuve en Capri y en Pompeya. Pompeya ya lo conocía, y Capri me maravilló. Acabamos perdidas por la calle de Neruda (no sabía nada el jodío) y nos prometimos volver.
Hoy venía pensando en el autobús cuánto me he currado estar donde estoy (hablo de lugar físico), cuántas lágrimas y trabajos explotadores a 2.5 euros la hora me ha costado, la "cabezonería" y todo eso. También pensé que lo único que me pone al mismo nivel que los demás, que me permite beber con ellos un Chianti en lugar de hacer un calimotxo made in Auchan es una beca de un banco que se acaba en dos meses. Y que luego todo volverá a ser como antes, a matarse en un trabajo para tener un techo, poder pagar un alquiler, el día a día; e ir olvidando poco a poco a los recién conocidos, los que nunca movieron un dedo desde su chalet de las Rozas (y vieron medio mundo a costes pagados). Es un decir.
(Creo que en este post sólo reivindico mi derecho a quejarme).
No hay comentarios:
Publicar un comentario