¿Por qué nos aturde tanto la muerte?
Ayer debí haber quedado con Álvaro e Isa. En realidad lo hice, y mi primera excursión nocturna al Villaggio Globale se iba a convertir en mi primera anotación en 11870.com
Me iba a llevar incluso la bandera de la República. Cuando la segunda república hizo setenta años el mundo de las empresas puntocom se fue al garete. They went on the wall.
Me estoy tomando el inglés en serio. Ayer no tanto, me recordé a una máquina tratando de devorar términos y términos que olvidaría el día siguiente al examen. Por eso decidí parar, me leí un libro, parte de otro… vimos una peli (La joven de la perla, qué mala adaptación).
Pero luego por la noche, acomodada una, comenzamos a bebernos el vino y decidimos no salir. Y luego, de repente, un mensaje al móvil que hablaba de muertos, de entierros, de gente que está sufriendo allí de donde venimos.
No he descubierto hoy la fugacidad de las cosas, pero me he puesto a pensar en vivir con los ojos abiertos o con los ojos cerrados, amar con los ojos abiertos o amar con los ojos cerrados, soñar con los ojos abiertos, soñar con los ojos cerrados.
En la tarde me senté y escribí un pequeño poema. Se titula “Prego” (primera persona singular del presente de infinitivo del verbo pregare - rezar, rogar -, y también lo que dicen aquí cuando entras a una tienda, o cuando te diriges a alguien para agradecerle algo. Es ruego y a la vez servicio. Nunca he conseguido decirlo de forma natural).
PREGO
No quiero olvidarme de ti ahora que puedo,
ahora que tengo alas que me llevan lejos
ahora que lejos es más que una palabra
ahora que las palabras llegan a cualquier sitio:
y es que los sitios, todos, saben de tu nombre.
Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo,
te encuentro, soñada y reflejada,
escondida en palabras de J.L. Borges.
Es la noche. No preciso recordarte
si voy a meterme a tientas en tu vida,
en la botella de vino acabada en el aparador…
medito la fuga, esquivo el fracaso,
lío el cigarro corto, y escribo y fumo
imaginándome ese viaje contigo.
Te pido una disculpa, y también pido
amarte, en cada hueso, en cada poro…
en tu sonrisa, mueca imperecedera,
en ti o por ti, la vida entera.
No me cuesta trabajo olvidarte,
no me cuesta vivir sin tu latido
no me cuesta volar sin fin ni nido
no me cuesta caer en suelo frío
ni me cuesta ser barco saqueado
perdido entre mares y peligros
No me cuesta calcular el desencuentro
ni bajar la cuesta del olvido.
A mí lo que me cuesta está ya escrito:
jugué … fue todo o nada, y lo he perdido.
Ayer debí haber quedado con Álvaro e Isa. En realidad lo hice, y mi primera excursión nocturna al Villaggio Globale se iba a convertir en mi primera anotación en 11870.com
Me iba a llevar incluso la bandera de la República. Cuando la segunda república hizo setenta años el mundo de las empresas puntocom se fue al garete. They went on the wall.
Me estoy tomando el inglés en serio. Ayer no tanto, me recordé a una máquina tratando de devorar términos y términos que olvidaría el día siguiente al examen. Por eso decidí parar, me leí un libro, parte de otro… vimos una peli (La joven de la perla, qué mala adaptación).
Pero luego por la noche, acomodada una, comenzamos a bebernos el vino y decidimos no salir. Y luego, de repente, un mensaje al móvil que hablaba de muertos, de entierros, de gente que está sufriendo allí de donde venimos.
No he descubierto hoy la fugacidad de las cosas, pero me he puesto a pensar en vivir con los ojos abiertos o con los ojos cerrados, amar con los ojos abiertos o amar con los ojos cerrados, soñar con los ojos abiertos, soñar con los ojos cerrados.
En la tarde me senté y escribí un pequeño poema. Se titula “Prego” (primera persona singular del presente de infinitivo del verbo pregare - rezar, rogar -, y también lo que dicen aquí cuando entras a una tienda, o cuando te diriges a alguien para agradecerle algo. Es ruego y a la vez servicio. Nunca he conseguido decirlo de forma natural).
PREGO
No quiero olvidarme de ti ahora que puedo,
ahora que tengo alas que me llevan lejos
ahora que lejos es más que una palabra
ahora que las palabras llegan a cualquier sitio:
y es que los sitios, todos, saben de tu nombre.
Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo,
te encuentro, soñada y reflejada,
escondida en palabras de J.L. Borges.
Es la noche. No preciso recordarte
si voy a meterme a tientas en tu vida,
en la botella de vino acabada en el aparador…
medito la fuga, esquivo el fracaso,
lío el cigarro corto, y escribo y fumo
imaginándome ese viaje contigo.
Te pido una disculpa, y también pido
amarte, en cada hueso, en cada poro…
en tu sonrisa, mueca imperecedera,
en ti o por ti, la vida entera.
No me cuesta trabajo olvidarte,
no me cuesta vivir sin tu latido
no me cuesta volar sin fin ni nido
no me cuesta caer en suelo frío
ni me cuesta ser barco saqueado
perdido entre mares y peligros
No me cuesta calcular el desencuentro
ni bajar la cuesta del olvido.
A mí lo que me cuesta está ya escrito:
jugué … fue todo o nada, y lo he perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario