26 de agosto de 2007

estas manos

Este post lo escribe Reinaldo Arenas.




Las manos son lo mejor que indica el avance del tiempo.
Las manos, que antes de los veinte años empiezan a envejecer.
Las manos, que no se cansan de investigar ni darse por vencidas.
Las manos, que se alzan triunfantes y luego descienden derrotadas.
Las manos, que tocan las transparencias de la tierra.




Que se posan tímidas y breves.
Que no saben y presienten que no saben.
Que indican el límite del sueño.
Que planean la dimensión del futuro.


Estas manos, que conozco y sin embargo me confunden.
Estas manos, que me dijeron una vez: -tienta y escapa-.
Estas manos, que ya vuelven presurosas a la infancia.
Estas manos, que no se cansan de abofetear a las tinieblas.
Estas manos, que solamente han palpado cosas reales.
Estas manos, que ya casi no puedo dominar.



Estas manos, que la vejez ha vuelto de colores.
Estas manos, que marcan los límites del tiempo.
Que se levantan y de nuevo buscan el sitio.
Que señalan y quedan temblorosas.
Que saben que hay música aun entre sus dedos.



Estas manos, que ayudan ahora a sujetarse.
Estas manos, que se alargan y tocan el encuentro.
Estas manos, que me piden, cansadas, que ya muera.


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En otro orden de cosas, las fotos son de una pequeña calita en Ancara (Eslovenia). El viaje lo realicé en marzo, y escribí unas pequeñas impresiones a mi manera. Aquí van.

SU QUEL CONFINE.

Ir a Venecia un domingo por la mañana. En el tren juntar tres continentes y no tener nada que añadir a la vida que pasa.Chi è ricco è ricco; chi è poveretto, come noi, vita rovinata. Io piangere. Decía una de las mujeres de mi compartimento.
Llegar a Venecia y perderme. Encontrarme y, en el camino, descubrir la calle .tetta. y la calle .l.oca.. Quedarme sin pilas antes de llegar a la Plaza San Marco.
Comprarme unas chanclas en una tienda de chinos. Hacer fotos imposibles con la imaginación, hasta que consigo unas pilas.
Coger un tren que me lleva, muy lento....su quel confine.
Encontrarme en el tren lento a 5 españoles, y enamorarme de una sonrisa de Madrid que no volveré a ver nunca, aunque me acordaré cada vez que me encuentre una cerveza Lasko.
Llegar a ese otro país, a Ljubljana. Recorrerla de noche, parar en el triple puente de la plaza del poeta. Recorrerla de arriba abajo, encontrar gente mucho más civilizada, educada y culta que en España. Un país que no dobla las películas ni las series de TV. Recibir sms desde Roma (¿qué andarás haciendo ahora?). Ir a un pueblo antiguo con nombre de risa (de muchas risas en las fiestas de los martes de Piazza Navona) y que nos atiendan mejor que en nuestra casa, Por la tarde, llegar a Bled y rodear el lago andando. Querer volver allí, pero la próxima vez en compañía (cuántos momentos .cumbre. podrían tener Bled de fondo).
Hartarme de cafés malos. Subir al castillo de Ljubljana. Probar todos los tipos de Burek. Volver a sentir el mar. Ver las cuevas de Polstojna y todo lo demás (incluido el .human fish. que encierran esas grutas).
Comer a dos cms del mar, en Piran, conocida como "la pequeña Venecia". Visitar unas salinas y, esta vez, hacer fotos imposibles de verdad. Que nos sonría el chico de la furgoneta. Recoger conchas en una pequeña cala mientras volvemos a casa.
La última noche en Eslovenia, ver Cuéntame en TVE Internacional y reírme de los chistes malos de los Alcántara. Necesitar ir al mar. Y volver a casa. Al hacerlo, dar un rodeo y acabar en Milán, a sabiendas de que la ciudad no es nada si no es escenario de un concierto.
Volver a ver esas calles, calles que encierran una visita a Feltrinelli, unos discos, un helado de chocolate, o dar vueltas sobre el pie izquierdo sobre un pobre buey de la Galleria Vittorio Emmanuelle.
De este viaje he sacado un par de conclusiones, o más que sacar, recordar. La primera es que no soporto que me griten, y quien lo haga nunca tendrá mi afecto (ni nada mío, ni me conocerá, ni tendrá mi interés sobre su persona. se convertirá en alguien simple). Y la segunda ha sido.. Piran.. Volver a sentir el mar.

18 de marzo de 2007.

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