11 de septiembre de 2007

Una vez quise regalar una historia, y para ello contacté con una escritora de verdad (desconocida, extranjera, y que escribe barbaridades tan interesantes como "si esta especie de piel que me divide del mundo no fuera tan sutil, podría incluso soportar el peso de tu cercanía, el frío del invierno, y mi destino mudo de poeta") la cual, asombrada por las similitudes entre mi proposición, el contexto en el que se situaba y su literatura y vida privada, accedió gratuita y desinteresadamente, dejándome para mi uso y disfrute (no lucrativo, se entiende) un par de cuentos sobre Venecia, la literatura y Byron (no necesariamente por ese orden).
El caso es que cuando he ido a Venecia siempre he pensado que la encontraría.
Pero no regalé nunca esa historia. Y no me hizo falta escribirla, me la escribió la vida.
Y todo esto va porque me quiero presentar a un concurso de relatos Erasmus.... y me pongo delante del teclado y no me salen más que ñoñerías del "cielo, las estrellas sobre Roma, y la Piazza Navona" (al más puro estilo delaPauJaner - pero habiendo estado de verdad en la ciudad -). Y eso es justo lo que no quiero escribir.
Quiero escribir de la Roma oscura, la de los paraguazos, gritos y personajes tristes de Centocelle o más allá. Pero el gen Pasolini no me viene, no me viene....

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