7 de septiembre de 2008

Pensaste que no sería posible, que no progresaría. Que todo sería como elegir una página aleatoria en la Wikipedia. Una sucesión de decisiones sin sentido, de consecuencias sin recuerdos, sin memoria, sin felicidad, con nostalgia.

Y una parte ha sido así, no te creas. Al principio fue así. Pero luego vino Roma, y con Roma una parte muy fuerte, algo que venía dentro de mí y que ni yo misma conocía. Ese algo que me empuja a superarme, a dejar atrás las cosas y seguir nadando hacia delante. Un algo que me impide ahogarme, que me lleva en volandas hacia esa cosa que no creías posible, hacia el progreso.

Y leo libros que nadie me aconseja, sino que me aconsejo yo misma. Y ahora soy yo la que doy consejos, incluso te sorprenderías del mote que me han puesto mis amigas de 9 a 6.

La vida es otra cosa que lo que imaginamos. No somos lobos esteparios, quizá tampoco vagabundos bajo las estrellas. Y te puede dar asco, a mí me dan asco actitudes, comentarios, personalidades, ignorancias. Pero yo no soy menos mediocre, y eso es algo que he aprendido tratando de no ahogarme, brazada a brazada. Puede que para mí sea algo paranormal hablar en italiano (fácil, no?), o escribir un poema, pero para otros “alguien” lo sea escuchar a Jim Morrison o pasear con un perro al anochecer. No soy más especial. Tú tampoco, aunque te aferres a esos pensamientos para no ahogarte.

Todos los "alguien" progresan, a su manera.

1 comentario:

eigual dijo...

Lo importante, como dice mi madre: Es ir hacía delante, y no hacía atrás. Y tiene razón. Todo progreso es bienvenido mientras sea para mejor, porque también hay progresos que te restan y te hunden en la miseria más grande.

Si lo sé no te aconsejo el libro. Pues lo hice con buena intención, porque pensé que era un libro que te podía gustar tanto como a mi.

Una misma, sí, una misma debe de ser y estar siempre cerca de ti.
No cambies, mujer. Nunca.

Un saludo.