Algunos, en la vida, somos ingenuos. Siempre he pensado que soy una persona inocente e ingenua a más no poder. Acabo siendo timada, apuñalada por la espalda, nunca pillo una indirecta, etc.
Pero los hay más ingenuos que yo. Como mis padres, que creen que tengo derecho a 2-4 días libres por operación grave de familiar de primer orden. Mi "ingenuidad" me decía que no tengo derecho a nada por ser becaria. Aún así fui lo bastante espabilada como para anticiparles que me tomaba un día de asueto por este asunto. Durante el fin de semana me llevé bastantes reproches por no haber reivindicado mis supuestos derechos. Ayer buceé por google ni se sabe la de metros de profundidad entre leyes. Sin rastro. Hoy mi ingenuidad me confirma que no tengo derechos.
La verdad, no me ha gustado nada haber tenido la razón.
En la última semana he tenido días buenos, malos y regulares. Desde el miércoles la mayoría han sido malos. Y cuando tengo un día malo se divide en momentos depresivos de nomehablesquemepongoallorar y en momentos irónicos, en los que hago chistes de cualquier cosa, por macabra o triste que sea. Si me pilla un momento irónico quito hierro y demás metales al asunto con una facilidad pasmosa. Si me pilla un momento depresivo diga lo que diga se me escapa la lágrima (así que opto por quedarme en mi sitio sin hacer mucho ruido y deseando que llegue ese parto mental que me permita llegar al momento irónico).
Mis padres (y no sólo ellos) apelaban a la "humanidad supuesta" de una empresa. Si una sociedad anónima tuviera humanidad, entonces el creador de Frankenstein no estaba tan loco, digo.
En el tren venía pensando que si me cayese encima un saco de millones montaría mi bar, bar italiano en España o español en Italia. Bar en Firenze y residencia en Lucca, soñar es gratis. Pondría a mi hermana de encargada para que no tuviese que preocuparse en aprobar una oposición en su vida y yo me dedicaría a estudiar una oposición que nos han explicado hoy: Técnico comercial del Estado. Ahí es nada. Muy exigente, muchos años, miles de horas.
Y la recompensa de trabajar en una de las ramas más interesantes de la carrera. Desde hace algunos meses barruntaba una idea semejante. Hoy la idea tiene nombre, apellidos y precio.
Pero claro, primero tiene que caer ese saco de millones. Porque es una de esas oposiciones que no puedes hacer a la vez que trabajas (a menos que tu día tenga 35 horas) y, en fin, que mis padres no se llaman Juan Carlos y Sofía y las academias de esta oposición no se venden baratas.
¡Qué vida más perra!
1 comentario:
Grrrrr.... serán cabritos... dime a quién hay que pegar, que mando a mi sicaria de cinco años...
Y por lo demás, ánimo y trata de mantener la calma. Són sólo dos días. Y como no creo que te haya caido el saco de millones todavía, te mando un millón de besos... sí, ya se que no es igual... pero menos es nada ¿no?
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