Cuando estaba ya patinando hacia el sueño me llama mi padre porque un rascacielos de Madrid arde. Me quedé parada, pensando cosas invisibles.
Por la mañana decidí no levantarme a estudiar, aunque desde las 4.30 ya estaba dando vueltas y haciendo la colcha un ovillo. A las 7.20 Madrid seguía a oscuras y yo hice un camino de muchos años, camino que pensé que no quería volver a hacer ya más (cuántas cosas se quedaron por el camino, cuántas cosas cambiaron y nos cambiaron).
El café, como siempre, asqueroso; y las niñas en el tren hablan de Rebelde Way (o como se escriba) camino de clase (cuántas cosas cambiaron y nos cambiaron).
Al examen nos presentamos dos personas. Me salió bien. En condiciones normales diría "lo bordé". Pero estamos en septiembre y licencias las justas. Mañana sale la nota y firmo el aprobado.
Luego fui a trabajar (no tenía que hacerlo, pero tengo un sustituto al que he de enseñar). A mí me hubiera gustado que, al llegar, hubiera habido alguien para enseñarme cosas, y decirme de quién me podía fiar y de quién no. Y sin embargo me tocó bailar sola. Pero como me habría gustado, me apetece hacerlo. Así que me he quedado hasta las 6.
A mediodía recibí un sms de Silvia T. Quedaré con ella mañana. Porque también me gustaría llegar a un país desconocido y que alguien "amigo" o "conocido" me tenga preparado un "ciao, come stai? ". Creo que la llevaré a comer o a merendar al Retiro o la ayudaré a buscar piso.
Al llegar a casa resulta que soy colaboradora de un periódico, Voce d'Italia, en el que contaré la vida de una recién llegada a la ciudad, y cómo se desenvuelve una erasmus en Roma. Me han dicho que si quiero puedo hacer más cosas. Me encantaría hablar de más cosas, de mujer sobre todo. Lo iré pensando.
Esto último es gratis. Pero ya lo dijo Machado "todo necio confunde valor y precio" (de esto hay también teoría económica, pero los economistas siempre recurren al sevillano para explicarlo).
Un día lleno de pequeñas cosas.
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