6 de enero de 2007

teorías y cartas

Había de encontrarme el día 4 con Isa y Little en San Pietro. En lugar de Little apareció Dani, al que conocí hace apenas 3 días. Llovía. Caminamos bajo la lluvia, hablando de “La lengua de las mariposas”, del fracaso (o no) de una generación. Me llevaron a un sitio fantástico de Trastevere (uno de esos restaurantes que te hacen reconciliarte con todas las personas humanas). Después de la cena con vino por 5 euros seguía lloviendo y fuimos “como en el campo” buscando un sitio donde tomarnos un buen café. Lo encontramos (yo me encontré con Roma o Roma se encontró conmigo – qué más da - , mientras un cantautor se asomaba a mis ojos en un bar con la puerta abierta … y era César Rodríguez sin ser César Rodríguez….una canción que conocía…) y seguimos hablando. La conversación saltaba de temas frikis a literarios, a políticos o musicales. Enseguida se hizo la noche y la hora de volver a casa. Entonces no era la lluvia, era el diluvio y luces reflejadas en el río mientras Roma, vacía, nos calaba los huesos. Isa, persona muy particular a la que espero conocer más, me acompañó hasta la parada del 40 y ella se fue andando a su casa. Mientras el autobús me dejaba en casa con agua hasta la rodilla, pensé que igual no era tan difícil encontrar a gente de 4ª dimensión aquí. Porque el día menos pensado van y aparecen. Fue un día genial.

A lo largo de mi vida me he encontrado con personas de todo tipo. Y servidora, que es friki, hace cosas raras como “clasificaciones” (también pongo porcentajes a los temarios y a otras cosas, leo los periódicos comenzando por detrás o no salgo de casa por las mañanas si antes no me he lavado el pelo). Una de estas clasificaciones es la desde ahora denominada “clasificación de las dimensiones”. La tengo desde hace mucho, pero creo que este post es la primera vez que la escribiré, espero no dejarme nada (ni parecer demasiado rara).

Las personas, según esta clasificación, aparecen en alguno de los grupos siguientes: personas de una dimensión, de dos dimensiones, de tres dimensiones o de cuatro dimensiones (o de cuarta dimensión).

Todo esto viene precedido por un pensamiento fugaz que me inundó un día: me dio por pensar que los hombres, en general, son planos, por lo que podríamos decirlos de doble dimensión, mientras que era harto complicado encontrar alguno que se moviera en esferas normales (es decir, en 3 dimensiones).

Así pues, las personas de una dimensión… bueno, creo que nunca he conocido ninguna. Pero para hacerse una idea, una persona de una dimensión es la típica niña “chungo-malota” que va en el 77 y le pregunta a su amiga (igual que ella) en voz de grito si tiene la canción de “quiero ser tu gatita”. Las personas de una dimensión también pueden ser mayores de edad, incluso octogenarios. No es un estado irreversible, es decir, todo el mundo puede subir de dimensión (también bajar), porque es algo potencial en él. Para explicarnos, si quiero pensar en una persona de una dimensión aparece en mi cabeza la imagen de una ameba.

Las personas de dos dimensiones son en general los hombres. Es decir, los hombres cuando hablan y actúan como el “macho” que se espera que sea. Aquí caben los machistas, los xenófobos y todo aquel que es incapaz de ver algo bueno en los que no son como él. También vale el Foro de la familia, la iglesia católica, los de la COPE, o los Estados Unidos de América. Es decir, no sólo hombres.

A medio camino entre la segunda dimensión y la tercera van las personas que no expresan su opinión, que no luchan por conseguir sus sueños, que se conforman con poco en la vida. Es una especie de limbo.

Las personas de tercera dimensión son las personas normales. Son pocas pero perfectamente reconocibles. Es fácil llegar a esta dimensión. Es más, el hecho de que sea el tercer escalón de esta clasificación y no el primero denota que el género humano, en general, está a años luz de la lucidez.

Las personas de cuarta dimensión son las personas a las que admiras. Pero no la admiración “de fan”, sino otra de tipo muy distinto. Son personas de las que te enamorarías (a veces incluso lo haces), son tus referentes (por eso en la infancia y adolescencia algunos profesores son considerados de cuarta dimensión), son las personas que son de forma y de fondo, con las que te tomas un café y te gustaría que se parara el tiempo. Las personas más lúcidas, de mente preclara. Normalmente no te enamoras de todas estas personas (si así ocurriera tienes un problema), pero cuando te enamoras automáticamente sabes que esa persona será de cuarta dimensión.

Las dimensiones atribuibles a cada persona dependen totalmente de la percepción, es un hecho subjetivo. Una misma persona puede ser de cualquier dimensión dependiendo de quien la mira. No hay verdades universales ni inmutables, así que tampoco hay dimensiones inmutables. Yo me considero de tercera dimensión (así como “recién ascendida”, a veces de 2ª y a veces de 3ª), pero a los ojos de alguien puedo ser una completa gilipollas y ser de primera, y a ojos de otra persona puedo ser de cuarta dimensión (¿me das tu número de teléfono?).

Y para terminar, puede que tú que lees seas de alguna dimensión. Puede que incluso me conozcas personalmente y nunca me hayas oído hablar de esta teoría. Probablemente tenga un “juicio dimensional” sobre tu persona. Pero no me lo preguntes porque no te lo diré. Casi ninguna persona sabe de qué dimensión es (casi no se lo he dicho a nadie. Cuando lo he hecho ha sido por causas muy puntuales, como enamorarme o que me dé la venada). Porque lo difícil de las dimensiones no es llegar, sino mantenerse. Y no es plan de ir contándole a la gente que es de cuarta dimensión.

Y el día de pre-reyes (o pre-befana) estaba invitada para comer a casa de Isa y Little. Dada mi incapacidad para cocinar llevé el vino (últimamente, vaya donde vaya, con un Nero D’Avola quedo como dios) y la peli que veríamos (Soldados de Salamina). Todo fue genial. La comida, el vino, los cafés con leche condensada “La lechera” y la peli con interrupciones para comentarla. No es que tenga mucho misterio pero nos juntamos 4 personas que le podríamos sacar filosofía hasta a una película de Winnie the pooh. Como Little ya estaba preparando la cena me quedé también a cenar. Me trataron super bien. Antes de irme Isa me echó las cartas. Cuando la conocí, en una heladería de Porta Pía, Little me la presentó diciendo “es rara”. Pregunté por qué. Me respondió “por ejemplo, echa el tarot”, a lo que yo respondí que era algo que me parecía normal (por dios, vivo en Roma, todo es normal). Recuerdo que a los pocos días de instalarme me echaron las cartas (una compañera de piso de A-style) y me acertó una cosa. Tenía que pensar algo y ella me diría (las cartas le dirían) algo sobre el tema. Me dijo que pensaba en una mujer. Y era verdad.

Ayer las cartas acertaron, acertaron porque vinieron a contar mi post anterior. Contaron otras cosas con las que no cuento, como problemas de salud, pero en general cada vez que daba la vuelta a una carta me decía algo bueno. Y me habló de mí, y de cómo me enfrento a los problemas que yo misma me pongo. La verdad es que ahí Dani fue el que lo interpretó brillantemente: es lo que tiene conocer a alguien que como yo también nació un martes y trece. Cuando llegué a casa me encontré con que un loco había pasado por allí, M. me pidió perdón por su comportamiento irracional. Simplemente le respondí “today I really had a great day” y pensé que Roma estaba llena de gente pirada, pero que si no habían podido conmigo en 4 meses menos aún en el tiempo que me queda. Es decir, bastante me ha costado encontrar la serenidad para afrontar un montón de cosas, la serenidad para que no se me vaya la olla… y no voy a salirme de este camino ni harta de vino. Y cuando se me mete algo en la cabeza… .

El otro día hablé de mi abuelo. De uno de ellos. En realidad me faltan los dos. Me hubiera gustado que me conocieran, no a la niña de 6 ó 12 años sino hoy, las cosas que pienso, de lo que soy capaz y de lo que no, tenerlos cerca. Me hubiera gustado que la historia me la hubieran contado ellos.

PD: con un poco de suerte éste será el primer post escrito desde casa y enviado desde casa.

PD": leo todos los comentarios aunque, como casi siempre, nunca respondo.

1 comentario:

marga dijo...

Inés, ya me habías contando alguna vez tu teoría de las dimensiones y me sigue encantando, jajaja.
Y que te quede claro que tú no estás en segunda o tercera, sino claramente en cuarta, te guste o no.
Un beso!!

P.D. Me dio mucha rabia no poder pasar más tiempo contigo el día de las uvas, snif. Compensamos en cuanto vuelvas a Madrid.