Al hablar de los trabajos, del ambiente laboral, tanto en España como en el resto de países industrializados, nos encontramos con un doble rasero a la hora de evaluar el trabajo de hombres y mujeres. Así, de todos es sabido que a partir de cierta categoría profesional es imposible que una mujer se promocione. También es sabido que los hombres ganan más que las mujeres (a menudo la diferencia es muy significativa) aun cuando desempeñan el mismo trabajo, con las mismas condiciones laborales (excepto en el salario).
Además, a menudo las mujeres se ven sometidas a lo que Naomi Wolf denomina "el mito de la belleza", como la subordinación o sumisión de la mujer ante unos valores establecidos por el poder y la política de claro contexto machista-patriarcal. Estos valores que ensalzan "la belleza" (un tipo de belleza acordado, inalcanzable y generador de frustración) ponen a la mujer, día a día, en la tesitura de buscar con ahínco esos patrones en sí misma, porque estos patrones se convierten en el papel que ha de desempeñar en la sociedad. El mito de la belleza es un libro de la citada autora que nunca he logrado terminar, por coñazo y porque cuenta cosas "que ya sé". Sin embargo, hay una cosa que no me gusta del libro, que me exaspera, que me pone enferma. Y no es a veces el "piquito de oro" que tiene la autora, que la lleva a arremeter contra otras personas, metiéndose en el embrollo que ella misma critica, rebajándose a ese nivel de desprestigio de los demás que no se cansa en criticar. Me exaspera el victimismo. Si caemos en este mito, no es sólo por culpa del "exterior". Cierto es que este "exterior" funciona eficientemente como una losa que remite a la mujer a su papel secundario a nivel profesional y personal y que mina su autoestima con eficacia. Pero también es cierto que hay mujeres que, aun siendo sometidas a esa losa, al mito de la belleza, viven una vida bien lejana de esa sumisión y esa búsqueda constante de la belleza. No son presas de este fácil victimismo. Es fácil ser víctimas, achacar al "mito de la belleza" muchos problemas. Sí, pero no sólo. Nota: hace ocho meses yo era de la parte de las “víctimas” que no admitía esa parte de autoculpabilidad.
Nos preocupamos porque no somos bellas. Nos preocupamos porque no tenemos "su" belleza. Es absurdo.
¿Qué es, pues, una mujer bella? Una mujer bella tiene canas, y tiene cuerpo, y a medianoche por la carretera que te conté detrás de una gasolinera te hacen un guiño esas bombillas..... .
Hay una canción de I. Serrano que se titula "La mujer más vieja del mundo". No veo ninguna canción del hombre más viejo del mundo, ni del más feo, ni del que tiene mejor polvo, o del que no sabe hacer la o con un canuto. Veo mujeres que cantan al amor, "de amor" rendidas. Y hombres que, con sus canciones de amor enlatado, perpetúan este mito. Veo poca música que se aleje de esta idea errónea. Hay multitud de canciones equivocadas.
Y sin embargo, no veo incompatible todos estos aspectos externos con una vida “distinta”, algo que yo denominaría “coherencia personal”. Se puede ser coherente. Se puede salir casi indemne de este torrente, de esta inducción a la sumisión y a la baja autoestima.
M. me dice que no debo leer porque tendré problemas para diferenciar ficción y realidad. Se le empezó a ir la olla hasta que le dije que, si estuviera en su lugar, no iría a Eslovenia a hacer exámenes, no vaya a ser que Ljubiana sea una ciudad ficticia. Y ya de paso que no estudie, que no salga a la calle, que todo puede ser fruto de su imaginación.
Antes de todo eso objeté “What’s wrong with that?”. Parece mentira que no se dé cuenta de que nuestro único patrimonio es la imaginación. A la imaginación le doy todo el poder que tiene, que es todo el que le queramos dar. Si se puede imaginar, se puede realizar.
Y por el momento diferencio con bastante claridad lo que es ficción de lo que no. Pero admito un mundo real revestido de ficción (la que queramos darle, para vivirlo “de otra manera”).
Tengo en mente una idea para convertir a esta ciudad en una ciudad “con poesía”. Si consigo un par de personas dispuestas a ayudarme (e implicadas, claro. Bueno, gente que no piense que se me va la olla, es decir, con altas dosis de imaginación), habrá un blog nuevo (distinto de éste, con otra motivación y objetivo). Es una forma de “revestir”.
Si socios buscas, ¿cuándo vienes a repartir conmigo la poesía?
Además, a menudo las mujeres se ven sometidas a lo que Naomi Wolf denomina "el mito de la belleza", como la subordinación o sumisión de la mujer ante unos valores establecidos por el poder y la política de claro contexto machista-patriarcal. Estos valores que ensalzan "la belleza" (un tipo de belleza acordado, inalcanzable y generador de frustración) ponen a la mujer, día a día, en la tesitura de buscar con ahínco esos patrones en sí misma, porque estos patrones se convierten en el papel que ha de desempeñar en la sociedad. El mito de la belleza es un libro de la citada autora que nunca he logrado terminar, por coñazo y porque cuenta cosas "que ya sé". Sin embargo, hay una cosa que no me gusta del libro, que me exaspera, que me pone enferma. Y no es a veces el "piquito de oro" que tiene la autora, que la lleva a arremeter contra otras personas, metiéndose en el embrollo que ella misma critica, rebajándose a ese nivel de desprestigio de los demás que no se cansa en criticar. Me exaspera el victimismo. Si caemos en este mito, no es sólo por culpa del "exterior". Cierto es que este "exterior" funciona eficientemente como una losa que remite a la mujer a su papel secundario a nivel profesional y personal y que mina su autoestima con eficacia. Pero también es cierto que hay mujeres que, aun siendo sometidas a esa losa, al mito de la belleza, viven una vida bien lejana de esa sumisión y esa búsqueda constante de la belleza. No son presas de este fácil victimismo. Es fácil ser víctimas, achacar al "mito de la belleza" muchos problemas. Sí, pero no sólo. Nota: hace ocho meses yo era de la parte de las “víctimas” que no admitía esa parte de autoculpabilidad.
Nos preocupamos porque no somos bellas. Nos preocupamos porque no tenemos "su" belleza. Es absurdo.
¿Qué es, pues, una mujer bella? Una mujer bella tiene canas, y tiene cuerpo, y a medianoche por la carretera que te conté detrás de una gasolinera te hacen un guiño esas bombillas..... .
Hay una canción de I. Serrano que se titula "La mujer más vieja del mundo". No veo ninguna canción del hombre más viejo del mundo, ni del más feo, ni del que tiene mejor polvo, o del que no sabe hacer la o con un canuto. Veo mujeres que cantan al amor, "de amor" rendidas. Y hombres que, con sus canciones de amor enlatado, perpetúan este mito. Veo poca música que se aleje de esta idea errónea. Hay multitud de canciones equivocadas.
Y sin embargo, no veo incompatible todos estos aspectos externos con una vida “distinta”, algo que yo denominaría “coherencia personal”. Se puede ser coherente. Se puede salir casi indemne de este torrente, de esta inducción a la sumisión y a la baja autoestima.
M. me dice que no debo leer porque tendré problemas para diferenciar ficción y realidad. Se le empezó a ir la olla hasta que le dije que, si estuviera en su lugar, no iría a Eslovenia a hacer exámenes, no vaya a ser que Ljubiana sea una ciudad ficticia. Y ya de paso que no estudie, que no salga a la calle, que todo puede ser fruto de su imaginación.
Antes de todo eso objeté “What’s wrong with that?”. Parece mentira que no se dé cuenta de que nuestro único patrimonio es la imaginación. A la imaginación le doy todo el poder que tiene, que es todo el que le queramos dar. Si se puede imaginar, se puede realizar.
Y por el momento diferencio con bastante claridad lo que es ficción de lo que no. Pero admito un mundo real revestido de ficción (la que queramos darle, para vivirlo “de otra manera”).
Tengo en mente una idea para convertir a esta ciudad en una ciudad “con poesía”. Si consigo un par de personas dispuestas a ayudarme (e implicadas, claro. Bueno, gente que no piense que se me va la olla, es decir, con altas dosis de imaginación), habrá un blog nuevo (distinto de éste, con otra motivación y objetivo). Es una forma de “revestir”.
Si socios buscas, ¿cuándo vienes a repartir conmigo la poesía?
----esta mierda de blogger no me deja meter fotos, aix-----
Anoche fui con Isa y tres más por el Trastevere. Le he propuesto mi idea “de revestir Roma de poesía”, pero con pocos datos. Comenzaremos por Miguel Hernández.
Después de cenar y tomar unas cervezas en el Piazza Trilussa propuse subir al Gianicolo. Y cuando llegamos, entre “coches con cristales empañados”, luna llena, y unas vistas de Roma cojonudas si fuera de día (que no era el caso) Isa y yo nos pusimos a tararear el himno de Riego frente a la embajada española. Lo que hay que ver.
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