28 de agosto de 2007

Consideraciones de un creyente laico economista(*)

Traducido por servidora (lo suyo me ha costado). Escrito por Ferruccio Marzano, profesor mío en Roma (al que tengo en altísima estima, y sobre el cual he escrito algunas veces por aquí). No voy a dar mi opinión, sólo me voy a dar el gustazo de traducirlo.
Por lo demás, me gustaría tocar algunos temas impropios de mí en próximas entregas en este blog.
A cuidarse
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Especial en Focus on, número 1, febrero 2005.

Considerazioni di un credente laico economista. Prof. Ferruccio Marzano.
Gran resonancia ha cobrado entre las comunidades eclesiásticas de todo el mundo el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, publicado a finales de 2004, después de años de trabajo, por expreso encargo del Pàpa, desde el Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz. Se trata de un volumen de 319 páginas, que contiene 583 artículos, además de 200 páginas de índices de varios tipos, considerados extremamente útiles para una consulta rápida a la par que profunda sobre cada una de las partes. Se desmenuza a través de una Introducción, tres partes que incluyen en total doce capítulos y una conclusión

Ratione materiae es la parte primera, fundacional, y por lo tanto más relevante para todos. Pero es la parte segunda la que se ocupa de varios aspectos más propiamente relacionados con las cuestiones "sociales", desde la familia hasta el trabajo, desde la vida económica hasta la comunidad política, a la comunidad internacional, al ambiente, a la paz.
Se comprende que, en mi intervención, me deberé concentrar solamente en algunas consideraciones concernientes a las cuestiones más estrechamente económicas, tratadas en el capítulo séptimo ("La vida económica"). Debo iniciar diciendo que en tal capítulo la materia se trata de un modo particularmente "apretado" (veinte páginas en total); además resultan tocados los puntos principales del discurso económico, y en particular - como específicamente relevantes desde el punto de vista del economista creyente y laico, que es mi caso - se confrontan (en orden) cuatro grupos de argumentos cruciales: 1) Moral y economía; 2) Iniciativa privada y empresa; 3) Instituciones económicas al servicio del hombre; 4) Las "Res novae" en economía.
Quizá, la aproximación siguiente se puede considerar algo limitada: pero ello en el sentido que, habiendo ya ampliamente tratado los aspectos fundamentales anteriormente, se confrontan directamente aquellos que llamaría ético-técnicos del discurso económico, según una determinada visión bastante prevaleciente entre los adeptos al trabajo que tiene que ver precisamente con la producción de bienes y servicios, mientras que otros aspectos cruciales, como las necesidades, el consumo, el trabajo mismo, es decir, "el modelo" de desarrollo esconómico hoy prevaleciente y "los estilos" de la vida económica hoy imperants, se dejan en otros ámbitos de la reflexión y de la acción social (en primer lugar, en la Sociología). Personalmente estoy convencido de que este modo de mirar la Economía es, justamente, limitado y limitante, ya que la condena poco a poco siempre hacia una "técnica", mientras es principalmente una ciencia humana y social, que ciertamente se desanuda a través de técnicas específicas cada vez más sofisticadas, pero que no puede restringir su desarrollo en los aspectos complejos del vivir cotidiano por las personas y la sociedad, bajo pena de afirmarse inconscientemente en un cierto tecnicismo, un determinado economicismo, un cierto consumismo.
Considerando alguno de los puntos referidos en los cuatro párrafos del capítulo antes citado, el párrafo correspondiente a "Moral y economía" es denso, y toca sustancialmente los variados temas que, especialmente con el "Magisterio de Juan Pablo II", se han ido consolidando como centrales, en argumento, por la doctrina social de la Iglesia, tales como la reciprocidad de fondo de los dos aspectos, moral y económico, y - llamémosla así - la "universalidad" del desarrollo solidario para todos los hombres y para todos los pueblos. En este contexto, destaca como relevante la apreciación de la economía de mercado (come se escribe en el Compendio, página 184, "simplemente libre"), y a propósito se hace referencia a la afirmación clave del número 42 de la "Centesimus annus", demasiado conocida para que sea necesario referirnos a ella.
El punto que, sin embargo, se me consienta discutir, tiene que ver - por así decirlo - con el juicio sobre el momento en que el capitalismo pasa de ser un sistema positivo de economía de empresa o economía de mercado, o simplemente de economía libre, a ser un sistema negativo de economía que no está al servicio de la libertad humana integral, y no la considera como una "particular dimensión" de esta libertad. Es decir, ¿por qué se juzga? Y, más precisamente, ¿quién tiene competencias para juzgar?. ¿El ético, el político, el técnico, un equipo de personas?. Son cuestiones complejas, que quizá no eran objetivo de este compendio, pero que de todas formas se proponen y necesitan de una respuesta, sea por parte del estudioso creyente, sea del operador creyente que, día a día, se enfrenta a decisiones de este tipo.
Consideraciones similares he estudiado con la lectura del párrafo "Iniciativa privada y empresa". Está claro que, para la producción, es esencial la empresa, su capacidad de iniciaiva y de innovación, su sistema de proyectos y la actitud frente al riesgo, así como no puede considerar adquirido el papel del beneficio, es decir, de un beneficio compatible con la equidad, como escribe el Compendio. Naturalmente, sin embargo, se propone el problema de cuál es este equilibrio "justo", así como, más en general, el problema de cuáles son las estructuras productivas que permiten garantizar el concreto respeto de la dignidad humana de los trabajadores que operan en una empresa. Me parece que, también a propósito, no se puede no pensar y razonar en términos de un verdadero enfrentamiento (por lo tanto también institucionalizado) entre los varios componentes empeñados en las múltiples asctividades de una empresa y de una estructura productiva en general.
En cuanto al discurso sobre las "Instituciones económicas al sevicio del hombre" se hace justamente referencia a: a) El papel del libre mercado, de lo cual ya hemos hablado anteriormente; b) La intervención estatal: no puede no compartirse la proposición fundamental de "es necesario que mercado y Estado actúen de manera concertada, uno y otro, y sean complementarios"; c) El papel de los agentes intermedios, pero en cuanto al discurso en cuestión debo comentar una cierta insuficiencia de profundización sobre lo concerniente a organizaciones privadas sin fines de lucro.
Por otra parte, relacionado con lo dicho anteriormente, retengo que también el punto siguiente "Ahorro y consumo" se resiente de limitaciones en la profundización. Naturalmente comparto en pleno lo afirmado pero, por así decirlo, sólo "de pasada" y en lo concerniente al fenómeno del consumismo y de los estilos de vida, que se contraponen a aquellos como en los que la búsqueda de la verdad, de la belleza, de la bondad y de la comunión con otros hombres para un crecimiento común sean los elementos que definen las elecciones de consumo, ahorro e inversión.
Además, retomando las mismas observaciones hechas en los párrafos anteriores, es necesario tener en cuenta el nudo de quién juzga, y cómo se orienta, y cuánto se puede disociar, en una sociedad cada vez más compleja y, en sustancia, cada vez más secularizada, como aquella en la que vivimos.
En cuanto a la cuestión del ahorro, y más en general el papel de la finanza del economista, me disgusta no haber encontrado (pero podría equivocarme) una referencia a la relación entre ahorro y sistema financiario interno, entendiendo obviamente como interno cualquier economía o cualquier país, y en particular en este último ambito, un determinado trato del papel de los límites y excesos de las variadas formas de intermediación financiaria, sobre todo la bancaria.
En cuanto al párrafo de "Res novae" en la economía, creo que se han individuado bien los bienes y hechos relevantes de la realidad económica contemporánea, focalizándose adecuadamente sobre las oportunidades y riesgos de la globalización.
Aunque, personalmente, habría preferido que se hablase "en orden" de riesgos y oportunidades, y ello porque hoy en día, considerando la realidad concreta de tantas personas en el mundo (aproximadamente 1000 millones de personas) que cada día se las buscan para sobrevivir, atacadas por el hambre, enfermedades, guerras (el problema no es cómo querría que fuese, y ojalá se luchara para que fuera la globalización de la "cara" humana, en lugar de - como es - la globalización capitalista). Ciertamente, por desgracia, no es posible aquí adentrarse en modo alguno en el complejo problema del subdesarrollo - desarrollo a nivel mundial. Y, además, no puedo dejar de subrayar que - compartiendo plenamente lo expresado en este compendio, y sobre todo los temas centrales como "el papel de la comunidad internacional", "el objetivo de un desarrollo integral y solidario", "la necesidad de una gran obra educativa y cultural" - me parece genérico e insuficiente hablar por un lado del papel del comercio internacional y de la especialización internacional de la producción y, por otra parte, de la necesidad de estabilidad sin renunciar a potencialidad y eficiencia en el sistema financiero internacional. De hecho, hoy en día, después de tantos y tantos discursos de este tipo, no se puede no tomar una posición fuerte contra ciertas tendencias radicales en los dos ámbitos, y a favor de otros, de los cuales se habla desde hace años, sin actuar consecuentemente de un modo concreto.
Estoy plenamente convencido de que sólo recobrando el vigor en las posiciones fuertes se podrá comenzar a desconfigurar en verdad los males extremos de la pobreza y la indigencia de tantas personas en elm undo, tal y como intuyó Paulo VI en el "Populorum progressio" (1967): el nuevo nombre de la paz es el desarrollo de los pueblos.
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(*) Suscribo lo de que la Economía no es sólo técnica, también es ciencia social, aunque en desuso (tristemente, por cierto).
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Más info aquí y aquí. Y al que le gusten los temas vaticanos que busque por sí mismo, que a mí me entran sarpullidos (y sólo quería traducir algo del italiano).

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