Una de mis "obsesiones" en Roma era haberme hecho (ilegalmente, se entiende) con un coche o, en su defecto, con una bicicleta. Como no pudo ser (lo intenté, pero de donde no hay no se puede sacar, y ni con guante blanco ni sin él lo logré) desde hace varias semanas me consuelo con una bicicleta estática. Mis piernas, poco a poco, están volviendo a ser las que eran (les queda, les queda... pero según Adidas "impossible is nothing").
Ayer fui a visitar a una bloguera, visita que le debía desde hace mucho, y descubrí que igual no me llevo tan "mal" con los animales (no es fobia, es algo que se resumiría en "una vez estuve a punto de matar - por accidente - a un perro que tenía mi abuela, y desde ese día evito acercarme a ellos). También me llamó Isa, mañana veré a Arancha (está sentimentaloide perdida la chica, poverella) y estoy pensando qué haré de aquí a un mes: fiesta, cena, las dos cosas, casa rural, o nada.
También hay gente de la que no sé nada. Pero ellos se lo pierden.
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