6 de enero de 2009

Nachdenken (pensamiento de Soria)

Debemos levantarnos muy temprano

cuando el hielo aún asoma en las esquinas

para coger ese tren que durmiendo entre raíles

acunará nuestro viaje hasta la primavera.

 

Debemos levantarnos muy temprano

antes de que despierte el Duero, calle abajo,

antes, mucho antes de que comiencen a andar,

monolitos, banqueros y princesas,

gravilla y pavimentos,

arbustos y rosales de la Dehesa.

 

Debemos levantarnos muy temprano

y pensar cada vez más hacia adelante,

llegar antes de ello, de todo lo demás,

llegar en tren a solas con nuestro pensamiento.

 

Quisiera ensimismarme sólo con tu recuerdo

y sin embargo vienen, raudas, apresuradas,

a inundar mi memoria las tardes junto al Duero,

esas en que el poeta atravesaba

con mi padre y conmigo el viejo puente de hierro.

O lloraba tras la tapia del Espino,

golpeada por el sol y mi pelota.

 

Era mi casa: un cuarto piso sin ascensor,

una calle cortada junto al cementerio,

una ciudad, una vida, todos los instantes

llenos de sueños ... y de paseos que duraban 12 minutos

bajando la calle Caballeros sin descanso.

 

Me cortaba el pelo en la calle Teatro,

compraba en el Aro Rojo detrás de la Diputación,

iba a misa a los Escolapios, junto al parque,

caminaba Collado arriba y Collado abajo, cada domingo.

Era feliz y me bastaba.

 

Soñaba sentada en los amplios ventanales del Santander,

o en la estancia trasera de la Soledad,

nunca fui a los recreativos de la calle Betetas,

me pasaba la tarde comiendo pipas en el alto de la Dehesa,

y las noches que llegaron fueron pocas

cuando el Piropos se llamaba Piropos,

el Rodeo era el Rodeo,

y el Dillectus era un bar donde iban los viejos.

 

Debemos levantarnos muy temprano,

para volver a la vida que ahora habitamos,

una vida lejana de las tardes de Soria

una vida sin los personajes de mis recuerdos.

 

Debemos levantarnos muy temprano,

antes que el sol alumbre con su mirada

el abrazo violento del Duero a la ciudad,

un abrazo de chopos y viento que me corta los labios

mientras te nombro en mis sueños:

¡Recuerdo, Soria, recuerdo!,

enciéndeme a la vida, te lo pido,

he de tener siete años cuando te veo:

así nada habrá muerto...todo es vida

desde el cristal del regional que me secuestra

y me lleva hacia adelante.

A veces se queda atrás el pensamiento.

1 comentario:

eigual dijo...

Precioso e increíble. Mientras leía el poema, podía imaginarte, a modo de pequeñas escenas en mi mente. Y me ha gustado.

Besos, guapa.

eigual - www.escriboaqui.es