Pensar es ir saltando de una habitación en otra sin ilación aparente, estancias del presente y del pasado, algunas aún accesibles, otras cerradas para siempre o derruidas, nuestras o no, tan pronto morada estable como refugio eventual del que solamente quedó un olor o una sombra movediza proyectada en el techo, en qué ciudad sería, yo tardaba en dormirme y oía ruidos por el pasillo, hotel, casa de gente conocida, de qué mano entré allí. Habitaciones que se dislocan, bifurcan e intercambian volúmenes y adornos cuando surgen en sueños al servicio de un argumento con pegotes del cine o las novelas, y las transita uno disfrazado, sin atreverse a reconocerlas del todo, luchando por entender qué oscura fuerza nos ha vuelto a traer a esos umbrales y por recordar adónde llevaba el largo corredor que se adivina al fondo.
Los recuerdos están repartidos por habitaciones que el pensamiento visita cuando se le antoja, a un ritmo imprevisible, ajeno a nuestras riendas. Pensar es ir saltando de una en otra, y a esta aventura, si os veis embarcados en ella, no le pidáis razones cronológicas. Cada habitación lleva cuatro o cinco dentro, como las cajitas chinas, con la diferencia de que de una vez para otra alguien a tus espaldas las revuelve y transfigura. Sólo sabes que la de fuera es esa cuyas paredes estás viendo y tocando cuando la cabeza se dispara y empieza a navegar.
(...)
Tu vida, aunque sólo la atisbo a través de una rendija, está claro que lleva un ritmo distinto a la mía. Y es que hemos crecido. Crecer es empezar a separarse de los demás, claro, reconocer esa distancia y aceptarla. El entusiasmo de aquellos encuentros juveniles con personas que despertaban nuestro interés se basaba en que dábamos por supuesta una permeabilidad continua entre nuestra vida y la de ellos, entre nuestros problemas y los de ellos, parecía posible la anexión. Es cierto que aún se dan momentos en que surge esa ilusión de permeabilidad, pero son momentos extraordinarios y fugaces, a los que no se puede pedir continuidad, vigencia permanente. Yo de jovencita - y a ti te pasaba lo mismo - estaba segura de que las gentes que me querían nunca se iban a desentender de mí, que mi vida era indispensable para la suya. Pero, en el fondo, lo que quería es qu eno me dejaran nunca de necesitar. Pues no, luego ves que no, y además es mejor que nadie te necesite mucho.
Como me encanta (y siempre que puedo lo hago) curiosear autores antes o mientras los leo, es decir, que googleo todo lo googleable, voy a contar un poco sobre la vida de Carmen.
Nació en Salamanca en 1925. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca. En la Universidad tuvo sus primeros contactos con el teatro, participando como actriz en varias obras. Colaboró con varias revistas y se trasladó a Madrid en 1950. Ignacio Aldecoa la introdujo en el "ambiente literario". Conoció a Rafael Sánchez Ferlosio, con quien se casaría en 1954.
Carmen Martín Gaite comienza a escribir a los 8 años. En 1955 gana el prestigioso premio literario Café Gijón por su obra "El balneario". En 1958 gana el Premio Nadal con "Entre visillos".
Escribe obras de teatro, novelas y cuentos. Trabaja asimismo como redactora para Diario 16.
Con "El cuarto de atrás", en 1978 se le otorga el Premio Nacional de Literatura. Es la primera mujer en conseguirlo. Cultiva también la traducción y colabora como guionista en series como "Celia".
Durante años sus libros son los más vendidos en la Feria del Libro.
En el año 2000 muere de cáncer.
Dos cosas:
- Ignoraba que estaba muerta (no es la primera persona con la que me ocurre, durante años me gustó Queen sin saber que Freddy Mercury estaba muerto.... una que vive permanentemente en la parra...:S).
- "Lo raro es vivir" es una novela que compraron mis tíos. Cuando era pequeña e iba a visitarlos a su entonces casa de la zona de Tetuán, siempre acababa leyendo las revistas y libros (al menos hojeándolos) que tenían por casa. Así me enteré que el alma era materia porque pesaba 28 gr. (un experimento empírico de un investigador ruso, lo contaban en "Muy interesante") y leí la parte de atrás de "Lo raro es vivir". Siempre lo he recordado casi palabra por palabra:
"Desde que el mundo es mundo, vivir y morir vienen siendo la cara y la cruz de la misma moneda echada al aire, pero si sale cara es todavía más absurdo. Para mí, si quieren que les diga la verdad, lo raro es vivir".
No hay comentarios:
Publicar un comentario