27 de abril de 2006

Séptima edición

Considerando que los días pasan como un relámpago, para variar he sido sancionada en alguna que otra biblioteca. El afortunado libro que no he comenzado a leer y por el cual ha sido sancionada es "Muerte en Venecia". Así que, ni corta ni perezosa, he ido a la biblioteca de la Universidad para tomarlo prestado allí y poderlo leer este puente. No estaba. Mi gozo en un pozo. A cambio me ofrecían la posibilidad de leer "La montaña mágica". Pero no me he atrevido. No vaya a ser que me guste más que Hermann Hesse y tenemos ahí un problema de identidad. Mío, claro.
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Así que un estante más arriba he visualizado "Cartas a Milena" de Kafka. Espero que no sea un tostón. Espero que no sea el típico libro de un vacasagrada que no me dice ni "mú". Wilde duerme plácidamente en la estantería (como otros que no he leído y que ahí pacen entre libros sin quejarse ninguno - claro, cada semana les cambio de room-mates, yo en su lugar tampoco me quejaría, un día tienes a la Woolf por un lado y por el otro a Muñoz Molina, y a la semana siguiente tus vecinos pueden ser, por ejemplo, Hierro y Lucía Etxebarria). Sé que a ninguno de ellos les gusta estar junto al Código de Comercio, así que lo he apartado para no crear conflictos en la comunidad de vecinos. Se montan unas juergas de aquí te espero por las noches. Casi más que mis vecinos los "folladores". Los libros se mueven solos. Quien haya leído el Soldadito de plomo me entenderá a la perfección. Y cuando te levantas ahí están todos tan modositos, como si no hubieran hecho nada. Me los conozco.
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También tengo un libro de finanzas corporativas de 800 páginas. Sí, creo que me gustará el de Kafka.
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Estoy volviendo a pensar en caminos y, como todo lo veo desde las dos ópticas (la normal y la del economista), a veces se contradicen y es un suplicio. También me he dado cuenta de que tengo miedo, sin más. No me siento indefensa pero sí tengo miedo. Extraño.
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Igual si Riquelme hubiera marcado ese penalty las cosas habrían sido distintas.
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Pero saliendo de las conjeturas, tengo que ponerme las pilas. Resulta difícil ahora que me he dado cuenta de que no tengo que demostrar nada a nadie. Si un día en el trabajo me pilla inspirada (como hoy) lo demuestro. El resto del tiempo o no me seduce o me dejo llevar por la inercia.
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Escribir en este blog me produce satisfacción. Leer en los de los demás me entretiene, me produce satisfacción y aprendo un montón de cosas. Y, como ya he dicho en anteriores ocasiones, con libertad de expresión. Y eso es algo que a día de hoy no tiene precio.
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No creo en dios pero hoy se me ha pasado por la mente durante un segundo la posibilidad de rezar. La he desechado inmediatamente por causas alergénicas. En caso de duda ya rezaré al Becco; que tiene oración, himno, apóstoles y jauría varia. Como todos los dioses.
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(EDITADO: becca, t'estim molt!io lo sai non parlo molto...grazie).

3 comentarios:

marga dijo...

No tengas miedo... te conozco un poquito y creo que Thomas Mann no derrotará en tu lista de éxitos a Hesse... fijo.
Besos

Anónimo dijo...

por que escribimos en nuestros blogs?
es una especie de terapia?
una muestra de exhibicionismo?
Apuesto a que de pequeña escribias un diario o algo parecido...

Inés dijo...

a mí infancia le faltó un diario. siempre quise pero nunca lo hice. tenía miedo a la falta de privacidad (padres pululando, you know), y ahora, tú lo ves? peor q el show de truman.

besos
Inés

PD: yo creo q me quiero obligar a escribir algo todos los días, cualquier cosa.