Ayer conocí a un friki. Un friki que recitaba de memoria fragmentos de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?". Fragmentos que otra friki (servidora) se encargaba de terminar.
El friki recién conocido venía con J. y sus amigos. J. tuvo un par de destellos interesantes y terminó agazapado detrás de una mesa, jodido (supongo) por lo que él denominó "falta de cariño". Ana y Chaendler afirman que los dos íbamos muy agarraditos por las calles de Huertas pero, francamente, hay formas y formas de agarrar, y la de anoche... pues como que no.
Cuando salgo con ellos acabo demasiado tajada. El problema no es ese, sino que J. afirma que le gusta esa parte de mí. En fin, como él dice, somos muy buenos amigos en todos los sentidos.
El próximo fin de semana ocurrirá algo, bueno o malo, o todo lo contrario. Simplemente moveré ficha. En mi (por otra parte escasa) experiencia el denominador común ha sido siempre que el paso final, la taurina estocada, ha sido mío. Así que moveré pieza para que se desencadenen (o no) los hechos. El caso es que el tipo me gusta, me hace gracia, pero (a diferencia de pasadas ocasiones) no me muero por sus huesitos, ni enamorada, ni medio pillada ni nada. Me resulta insoportable cuando, si hablo de alguien del sexo opuesto, inmediatamente comienzan las risitas y el "pillina, qué escondido te lo tenías". Insoportable. Si hablo de alguien de mi mismo sexo nadie dice ni pío. Así que opto por decir lo mínimo indispensable de la gente que conozco. Mi vida va en fascículos y es casi imposible tener la colección entera.
A principio de curso había un chaval en mi clase con el que mejor me llevaba. Bastó mentarlo un día para pasarme meses (y aún hoy dura) escuchando "qué tal con javi????". Penoso.
El fin de semana pasado mi madre me hizo un interrogatorio. Considerando que está en nivel 5 de Salsa Rosa no le iba a dar el gustazo. Además siempre ha (han, mi padre es igual) sobrepasado ciertos límites, como cuadernos de notas que tenía por ahí, cartas, etc. Leídas (sin mi consentimiento, claro). Tengo unas tres cajas de cartón grandes llenas de cartas. En septiembre las llevaré a reciclar, muy a mi pesar.
El fin de semana pasado mi madre me hizo un interrogatorio. Considerando que está en nivel 5 de Salsa Rosa no le iba a dar el gustazo. Además siempre ha (han, mi padre es igual) sobrepasado ciertos límites, como cuadernos de notas que tenía por ahí, cartas, etc. Leídas (sin mi consentimiento, claro). Tengo unas tres cajas de cartón grandes llenas de cartas. En septiembre las llevaré a reciclar, muy a mi pesar.
Cuando me preguntaba qué tal el trabajo, qué tal en Madrid, qué tal me está tratando la vida... mutis por el foro, lo mínimo. No olvidemos que Salsa Rosa, además de cotilla, fomenta la tergiversación. Pues eso, un queso.
Una pelirroja con ganas de juerga sexual y yo intentábamos convencer al friqui de una cosa tan básica como que si alguien de tu mismo sexo te tira los tejos no implica que tú te plantees tu sexualidad. El tipo -estrecho de miras- no se daba cuenta (le faltaba media dimensión o así).
Después de tomarnos no se sabe cuántos vasos de sangría acabamos en Begin the Beguine o algo así, un bar estrechísimo (vaya novedad en Huertas) donde nos pulieron el bolsillo a base de caipirinhas. Ana estaba pletórica, Chaendler contaba un montón de anécdotas, el friqui iba a su bola respondiendo con lucidez cualquier cosa (a pesar del alcohol, o gracias a él).
Se habló de todo, o de mucho. Del transtorno bipolar, de los San Fermines, de Gallardón, de Batasuna, de nuestros nuevos amigos (así se hacen llamar), de Madrid (bueno, de Madrid sólo hablaba yo, y nadie me entendía). Ana y el friqui acabaron a hostias en diferido (están prometidas para el siguiente día), la pelirroja acabó liada con el que había venido a liarse con ella, Chaendler iba a su bola, J. se le iba la mano con todas las mujeres y yo - decían - iba bien fina el día del Orgullo. Porque ayer, en cuanto se me pasó la tontería, me quedé también callada y agazapada en ese bar que hacía esquina.
Subiendo la calle, camino del metro, haciendo literatura bajo nuestros pasos. Frente al café Central apuramos las últimas décimas de alcohol en sangre. El friqui se fue para Atocha porque al día siguiente "tenía que madrugar" (iba camino de conseguirlo, ciertamente), y los demás nos fuimos a Gran Vía. En el metro una pareja sentada a mi lado discutía sobre lo divino y lo humano (reproduciría la conversación, pero no la recuerdo entera), y rendidos y dormidos llegamos cada uno a nuestra parada.
Un día más que ha pasado, un día más que no sé si añade un algo más a la vida que camino, supongo, con algún destino.
Hoy volví a casa con dos discos de bossa nova que ya estoy degustando. Grazie e bon viatge!. Y terminando de leer "De profundis", y la verdad, lo esperaba de mayor calidad. Supongo que es la traducción. Es el relato dramático de la desolación interior. Hace unos meses me habría impactado sin duda, habría hablado por mí. Hoy ya no, he vuelto a ponerme mi capa transparente, más protectora que una compresa con alas. Te sentirás limpia, te sentirás bien.
1 comentario:
A ver si te aficiono, jejeje... espero que el próximo fin de semana te animes a salir de dudas. Ya me contarás... Y gracias también por el CD, que se vendrá conmigo de viaje!!
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