Llevamos casi dos meses preparando el proyecto de fin de máster. Un proyecto sobre el cual hemos de realizar entregas cada dos o tres semanas al tutor. El caso es que el último mes y medio nuestro tutor ha "tirado" el trabajo que llevábamos hecho, el cual representa muchas horas personales de fines de semana enteros buscando información, seleccionando, analizando, escribiendo. Y cuando digo muchas, son realmente muchas (decenas).
A nadie le gusta que le digan que su trabajo no es correcto. por eso, el sentimiento general es de malestar, sobre todo cuando en otros aspectos las cosas están yendo realmente bien. El grupo funciona muy bien, con 5 personas liderando de forma distinta. organizándonos sin imponer, con una mezcla del talento de cada uno y la voluntad en cada cosa. Hasta ahora, casi sin quererlo, es un plan perfecto.
Pero el proyecto se nos ha atragantado.
¿Os acordáis de esta escena de "El Club de los Poetas Muertos"?
Al salir de la tutoría ha ocurrido. Rober y yo solemos coger el mismo autobús y en el trayecto comentamos algunas cosas de los casos que tenemos pendientes, o cotilleamos un poco. El día de hoy, obviamente, con pocos ánimos.
Pero cuando nos hemos dado cuenta nos habíamos subido los dos a la marquesina. Sí, dos jóvenes trajeados encima de una marquesina hablando y riendo porque "Rober, me apetece verlo todo desde otra perspectiva". Todos los vigilantes de las empresas, los ciclistas, conductores y viandantes han alucinado durante todo el tiempo que hemos permanecido así. Nos miraban y se reían.
Al final no he conseguido verlo todo desde otra perspectiva, sino que he decidido reírme de la situación y seguir trabajando, porque en la vida hay dos lemas muy claros: 1. quien resiste, gana y 2. donde no llega la inteligencia, llega el trabajo.
Creo que me he encontrado una persona especial. Lo supe cuando me confió la historia de cómo conoció a Yoani Sánchez. Ojalá un día nos contemos nuestros secretos.
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