Se acaba una fase. El 23 de mayo de 2009 se jugó el primer partido de Pachangas. Fueron 4 ó 5 y jugaron un partido de fútbol sala bajo la lluvia. Aquel verano pasaron también campos raros, una rotura fibrilar, ganas de dejarlo (por las miradas y los comentarios de la gente), ganas de seguir (porque realmente me gustaba), una rubia que aparece un día con una foto de carnet rarísima (y luego desaparece corriendo por las calles de mi barrio). Como también pasó el verano tomando cañas y haciéndonos grandes, decidimos crecer. Y nos fuimos a la hierba.
Quisimos seguir creciendo y tres chicos vinieron a entrenarnos. Llegar al trabajo al día siguiente y no poder ni moverte porque te dolían las piernas, los muslos… . Pero empiezas a esperar que lleguen los miércoles, y te empiezas a interesar por cosas que no sabías ni que existían, como las posiciones. Alucinas por la importancia vital de tener una estrategia. Te identificas con un grupo y odias a Maslow.
Siguen pasando las semanas, a veces altibajos pero …. otros entrenamientos te llevan a casa en volandas: frío, granizo, nieve…. y muchas risas. Empiezan los rumores, las presentaciones, las sierras eléctricas, las obras de teatro, las congas que nunca son tan largas como nuestras sonrisas …. .
A veces llegan viajes, pizarras, conversaciones para intentar atar lazos que nunca se enlazan de nuevo…a pesar del gran esfuerzo que conlleva (y todo lo que pierdo por querer intentarlo). Una noche mágica con la rubia. Nos íbamos a beber el mundo sentadas en una acera mientras apurábamos la ginebra con limón, el tabaco y las horas.
Pero también llegó el esfuerzo por mantenernos en verano, por encontrar soluciones para problemas organizativos, porque la gente se ilusionara, o siguiera teniendo ganas de mantener esa ilusión, porque no se rindieran y disfrutaran sin más. El esfuerzo que fue dolor de cabeza. Llegó el otoño y mi muñequera del Barça que parece que ha pasado media vida (y ha pasado… ¿habrá aguantado aquella sonrisa catalana este invierno?).
Llegó la segunda temporada y con ella los partidos llenos de derrotas y de sabores agridulces. Llegaron las Neskas a la vez que el vídeo, cuando a mí me despertaban los rezos en Turquía, mientras trataba de olvidar y seguir. De olvidar y seguir. De saltar aunque por la noche en el baño turco me acompañaran los fantasmas, los retratos del pasado, la misma luna, las ganas de crecer y una canción de Ismael Serrano que habla de la ciudad definitiva.
Llegaron otra vez las lesiones que hacen llorar. Pero también llegaron el invierno y las ganas de ganar. En la vida y en todo lo demás. Y empezamos a aplazar los sueños por un sueño que suena muy bien…y que se va alejando más rápidamente que pasan los segundos hasta el 19. Tan rápido que por mucho que quiera frenar y saborear el último partido, la gravedad me empuja cada vez más allá.
Las cosas no tienen sentido por una persona o no. Las cosas tienen sentido porque le damos sentido, porque nuestro esfuerzo es revivirlas, porque creemos en ellas tanto que terminan por crearse. Porque lo único imprescindible es conquistar la ilusión. Porque todo lo que esté fuera de la ilusión sólo lleva al fracaso.
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