17 de julio de 2011

Existe un país...

Hay ratos vacíos, algunos días, en que me siento triste. Supongo que es normal que nos pase a veces, de una forma inevitable acabo acordándome con nostalgia de algunos momentos pasados, especialmente aquellos momentos maravillosos que no vuelven.


Me digo que lo mejor está ahora, y está en el “por venir” (cuando, además, es rigurosamente cierto), pero a la vez me vienen en forma de “cristalitos” (con “cristalitos” me refiero siempre a la formación de agujetas, un esfuerzo pasado hace que se formen pequeños cristales en los músculos que nos causan dolor) escenas pasadas.


El jueves pasado hablando con Sweet tras patinar me dijo que entendía cuando Espinosa hablaba de que había que aprender a dejar marchar a los amarillos. Me callé (porque supe que ese pensamiento le calmaba) y no le dije que a mí pensar eso me torturaba y que había decidido llevar la contraria a esa lección, e intentar lo contrario por todos los medios, posibles e imposibles, hasta el agotamiento (es decir, mucho) (obviamente, con sentido y cabeza no a cualquiera, ni a quien no te quiere).


Otros días que estoy triste me pongo a escribir poemas maravillosos que condensan “con buena letra” esa nostalgia. Tengo alguno en mente pero cuando cojo un boli las palabras se me escapan.


Y luego, además, hay un blog que leo de vez en cuando y que me calma. La autora es Nadadora y su blog se llama El País de los Personajes Secundarios. Es una chica de las que yo me enamoraría al conocer, no hay más que leer su blog para darse cuenta. Falleció hace casi 4 años, y desde entonces decenas de personas anónimas la escriben comentarios para decirle que la seguían, y algunas personas de su entorno la ponen al día con las novedades del día a día. De una forma u otra, todos le dicen “te quiero”. Sólo que ella no está. O quizá sí. Aunque en lugar de contarnos su vida, su blog funcione para aglutinar la nostalgia de los que la queríamos.


Y cuando das a cerrar a la ventana, te sientes mucho más tranquila, mucho más en calma. Sonríes con tristeza, y te preparas para todas las siguientes batallas que te dejarán los músculos llenos de cristalitos. Y deseas cruzar el océano y buscarla en ese país (sabes que existe, lo leíste en un blog).

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