Terminar el máster del infierno. Subir a la carroza del Orgullo. Conocer por fin al amor de la becca. Superar la fobia a los perros. Apuntarme por fin a boxeo. Marcar un gol con las Pachangas. Trabajar hasta entrada la madrugada. Que ese trabajo sea casi perfecto. Patinar a las 10 de la mañana con Sweet. Recibir noticias buenas en la estatua del Ángel Caído. Llorar mientras Sweet pinta y Rober a cientos de km. me manda su abrazo. Que los apellidos de los más grandes sigan siendo mi leitmotiv. Jugar a los dardos en un bar donde hacen versiones de Calamaro. Bajar a Benidorm a conciertos de gente que hace dos años no conocía. Disfrutar de la magnífica compañía y aprender una nueva forma de bailar (jaja). Hacer camino. Llegar a Santiago con la satisfacción de hacer las cosas (pensar está bien, actuar es mejor). Tomar los mejores desayunos del universo. Seguir viajando cientos de km y enamorarme (como siempre) del norte. Derretirme en Oporto y soñar con perderme allí. Escribir poesías como una loca. Seguir haciendo planes. Irnos a Cantabria a aprender surf desafiando la mala suerte, y ganar batallas. Terapia de risa contra los meses de sombra. Seguir trabajando muy duro. Hacer discos que no suenan (ni siquiera a triste:)). Cantar Queen en un karaoke. Bautizar a Sweety (y que me haga reir como si no hubiera un mañana). Que los borrachos siempre digan la verdad. Que la verdad mole, siempre y sin excusas. Rodearme de gente de la que habré de despedirme un día. Que me digan “Nen, te conozco como si te hubiera parido”. Despedirme de Isa en la calle y en los espejos, y saber que estará siempre. Recortar las certezas y rematar las dudas. Sabina en el coche con una canción que hace llorar. Llorar mucho.
Para lo importante no hace falta maleta. Echaré de menos vuestros abrazos … pero queda un mes mágico. Vamos a seguir sumando motivos.
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